ULTRAFONDO, locura o deporte?

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¿Que es esto de llevar el cuerpo al limite ?
¿Que se siente?

Por Carlos Ultrarun

Estoy corriendo,…estoy corriendo desde hace mas de 9 horas por el desierto del Gobi en China, llevo algo mas de 50 kilómetros y casi no he visto un alma, excepto en los puestos de control cada 15 kilómetros y algún que otro competidor que he adelantado.
Estamos en una meseta plana, con el suelo de arena y se mire donde se mire no hay nada, solo el horizonte, el cielo es azul profundo y no hay ni la sombra de una nube.

El calor es sofocante, cerca de 40º de temperatura y el aire ardiendo me rodea y parece que me roba la respiración, aunque de todas maneras te dan ganas de dejar de tragar, porque está tan caliente que te abrasa por dentro.

No queda mucho para el avituallamiento aunque unos pocos kilómetros se pueden hacer eternos, me siento mareado aunque me fuerzo a seguir a pesar de todo….un paso, luego otro…
Hecho un trago de agua y está tan caliente que se podría hacer un té directamente echando la bolsita en el bidón.

Noto todas las partes del cuerpo, incluso algunas que no sabría decir como se llaman y me vienen todo tipo de pensamientos en la cabeza.
Pienso en Laura, mi chica, que va unos kilómetros detrás mío, y en como lo estará pasando después de una mala noche, pienso en mi familia, mis amigos, y sobre todo en como demonios me meto en estos líos…y por que habré tardado tanto en conocerlos.

Por fin, a lo lejos, veo la bandera naranja que marca el avituallamiento, pequeña, muy pequeña, que se va acercado con exasperante lentitud.
Es como un oasis, aunque es una carpa de 5×5 en medio del desierto, atestada de gente con tres pobres voluntarios muertos de calor, piensas que es el mejor hotel del mundo, aunque solo te darán agua, probablemente caliente, piensas que es el mejor bar de la zona, y aunque no habrá ni un sitio libre a la sombra, piensas en un palmeral del caribe, fresco e invitante.

Al menos 20 minutos después, llego al “Gran Hotel” y la realidad me golpea como un mazo,…confirmo que ES una carpa de mierda, mucho mas pequeña de lo que pensaba, llena hasta reventar, y el agua esta aún más caliente de lo que creía, pero la experiencia me dice que es mucho mejor para mí que siga pensando que es el Ritz.

Me tumbo en un hueco que encuentro milagrosamente, con la mitad del cuerpo al sol y descanso un poco, debo comer y beber para reponer las energías y una parada obligada por la organización por el extremo calor me viene bien, aunque nos rompe a todos el ritmo y se cobrará su precio.

Es tónica general entre todos los competidores un humor excelente, estamos en medio de la nada, sufriendo un calor extremo, sentados en el suelo de polvo y sin habernos duchado hace una semana, ni comido nada decente, pero no se ve una mala cara, al contrario, son sonrisas y bromas lo que circula por la antesala del infierno…

Abro la mochila en la que llevo todas mis pertenencias y me asaltan pensamientos relacionados con la abundancia de cosas que nos son básicas para vivir y que pocas son de verdad necesarias, hecho mano de algo de sales para reponerme y nada como unas lonchas de jamón serrano de Sánchez Alcaraz,….sales en barrita “Typical Spanish” y comienzo a disfrutar del primer descanso de todo el día desde la salida del campamento a las 7:30 de la mañana.

Porque acabo siempre así?, porque hago estas carreras en las que me dejo el alma?, porque someto al cuerpo a extraordinarios esfuerzos, en algunos casos por encima del entrenamiento realizado???

La verdad es que he pensado largo y tendido acerca de este punto, que al final es casi la primera clasificada en el ranking de preguntas que me hacen cuando alguien se entera de lo que hago y sinceramente no es que lo tenga muy claro.

Es decir, he valorado los aspectos de afán de superación y de demostrar a la gente lo que puedo llegar a hacer, que son los que primero vienen a la cabeza y la verdad es que no me parece (a mi) que encajen conmigo, creo que llega una edad en la que te la reflanfinfla demostrar nada y en cuanto al afán ese de superación,….soy un poco vago, y para correr estas carreras hace falta algo mas,…hacen falta muchas ganas, como los que deciden ir al gimnasio a principio de año, …si no te gusta es inútil.

Sinceramente, como alguna vez he pensado, el que te pregunta eso es que no siente o ha sentido, verdadera pasión por algo, y es difícil que entienda lo que es una pasión irracional por una actividad como puede ser en este caso el ultrafondo.

Yo creo que como una vez dijo Hillary cuando le preguntaron porqué había subido el Everest y contestó: -…porque estaba ahí….
Pues yo podría responder que: -…porque me gusta.

Me encanta sentir cada parte del cuerpo como trabaja, me encanta llegar a una situación de crisis y superarla con la ayuda fundamental de la cabeza y la verdad es que el chute de endorfinas me debe tener enganchado. No me interesa llegar, lo que me gusta es el viaje, es disfrutar del trayecto y experimentar cosas nuevas en el.

Los paisajes que he disfrutado en el desierto, en cualquier desierto, no son fáciles de encontrar de otra manera que no sea a pie, y eso de día porque las noches son mágicas.

De noche, uno se da cuenta que el nombre de desierto, que todos pensamos que describe un sitio inhóspito, desolado y triste, solo significa que no llueve, pero la vida se abre camino incluso en esos parajes.
Se oyen rumores de animales, refresca y el cielo es tan claro que parece que se pueden tocar las estrellas.

Correr de noche tiene algo de especial que debe ser como el festival de Eurovisión,…o te encanta o lo odias profundamente, pero a nadie deja indiferente.
En cuanto a lo de correr se refiere, a mi me encandiló desde la primera vez que tuve que hacer un entrenamiento nocturno. La luz del frontal es lo único que ves y eso cuando la enciendo porque la verdad es que lo que me gusta es correr con el apagado, con la luna y las estrellas.
Los sentidos se agudizan y da la sensación de que sientes hasta en pensamiento. La percepción se incrementa y captas cosas que quizás de día te hubieran pasado desapercibidas.
El paso cansino y constante del correr o andar se hace hipnotizante y extrañas ideas te asaltan la cabeza.
El paisaje, con las fuertes sombras de la luna es fantasmagórico y se aparecen espectros por todas partes, quizás sea el momento de enfrentarse a las pesadillas personales y hacer limpieza, quizás sea como la “prueba del algodón” del espíritu.

De día la cosa cambia, cambia mucho, pero al final solo es culpa de uno, el sol. Por la mañana parece inofensivo, cariñoso, pero poco a poco va volviéndose agresivo, hasta que muerde.
He visto gente poderosa a nivel muscular, llorando de impotencia y yo mismo he padecido los efectos de su poder y puedo asegurar que es mucho, la capacidad de dar vida o matar.

Nadie ha dicho que sea fácil, nadie a dicho que sea un paseo, pero quizás sea eso precisamente lo que le da valor a estas aventuras.
Hay que enfrentarse con la naturaleza en los entornos mas duros del planeta, hay que enfrentarse con nosotros mismos y hay que regresar para contarlo.

Precisamente en ese punto, las ideas que me asaltan son generalmente banalizando la aventura, aunque no sea eso precisamente lo que cuento, pero pensemos un instante en los habitantes locales de estos inhóspitos lugares.
Nosotros llegamos allí, para estar una semana o dos como mucho, con unos pocos kilos de equipo súper técnico, con tejidos con nombre en ingles, y marcando paquete, como se decía cuando era joven, y resulta que ellos viven allí todo el año, comen y duermen en situaciones seguramente mucho peores que nosotros, se visten con lana de yak tejida y una botella de plástico vacía, para ellos es un tesoro.

Por eso cuando alguien me dice: “…sois superhombres, es impresionante lo que habéis hecho…”,yo siempre pienso en la niña de ojos claros de las afueras de Kashgar, o en el abuelete de Chinini, o en la familia Dogon en la falla de Bandiagara, que sin saber que quiere decir “GPS”, son de verdad superpersonas.

Bien, veamos, tampoco le quiero quitar importancia a estas experiencias, pero esta claro que cada uno mide con la vara de medir que le toca y lo que digo es que lo importante es entender que existen otras varas distintas a la nuestra y si la podemos experimentar por un momento mejor, seremos mas felices.

En medio de mis ensoñaciones oigo una voz que grita: “-Carlos, te quedan 10 minutos”
es la señal para prepararse, hay que salir de nuevo, la verdad es que han sido dos horas que me han parecido dos minutos, pero bueno, hay que rematar, aun quedan 20 kilómetros.

Arrancar de nuevo es como escribir en una pizarra con las uñas, chirría todo, el cuerpo no va y me cuesta infinito dar un paso.
Es ya tarde y el sol empieza a lamer mas que nada, aunque la tierra tiene tanto calor que no se nota mucha diferencia.
Me adentro en una zona de cárcavas que es para volverse loco, subidas y bajadas izquierda y derecha, el trazado es infernal pero hay que seguirlo al pie de la letra para no perderse, que es muy facil.

A lo lejos, cuando estoy en un alto, veo como se mueven los corredores que van delante e intento que no se alejen pero el desierto reclama un paso tranquilo cansino, como el de los camellos, es un contrasentido quizás pero el desierto pide ir despacio, y creo que esa es la clave de una buena prueba de desierto, la regularidad.

El estomago, que tampoco perdona que lo tratemos mal, y desde luego le hemos tratado muy mal a lo largo de la semana, poco a poco empieza a reclamar atención, primero impidiendo al entrada de liquido y después, con un inicio de pequeñas arcadas que son como los fuego artificiales al principio,…te dejan ver lo que será la gran fiesta. Aunque intento aliviar mis males varias veces introduciendo los dedos hasta la campanilla, cosa que me ha funcionado bien en otras ocasiones, parece que esta vez no me voy a ir de rositas.

Que me adelante otro competidor, tan cerca de la llegada puede que haya tenido algo que ver, o quizás me ha animado que se haya hecho de noche, pero decido que si voy a acabar hecho polvo de todas maneras, por lo menos llegar al campamento lo antes posible, así que me pongo a correr de nuevo, con ese paso lento pero infatigable que me ha llevado a una buena posición hasta ahora y soportando los embates estomacales cuando puedo y cuando no, parándome un instante, procedo a descender, por el ultimo cañón que nos baja de la meseta-horno y enseguida oigo los ruidos del campamento.

El cuerpo es sabio y equilibrado, aunque nosotros hagamos lo posible por fastidiarle la vida, por lo que creo que uno de los puntos básicos de estas carreras esta en intentar entender el idioma en el que nos cuenta lo que pasa, puede que al principio nos parezca “Klingon” pero poco a poco aprendemos a escuchar y a traducir y el mío me gritaba: auxilio!!!

La etapa larga en el GOBI MARCH es casi la llegada final, aunque se celebra mucho menos porque el fiestorro es en la última, que es de solo 10 kilómetros pero es donde se hace el show. En cualquier caso, mi entrada es bastante dramática, me siento y casi me caigo al suelo de manera que decido ir a conocer la tienda medica por dentro, algo que hasta ahora me había librado de hacer. Agarrado a dos fantásticos doctores como tres amigos que van de copas, nos dirigimos tambaleándonos, bueno, tambaleándome yo, a tomar unos lingotazos de suero salino que sientan de vicio.

De verdad le puede gustar esto a alguien ??, de verdad es tan liberador para la mente y para el espíritu meterse 250 kilómetros con una mochila de 10 kilos por el medio del desierto?? De verdad esta tan bueno el suero salino??

Bueno, pues lo cierto es que las pruebas de ultrafondo están apareciendo como setas, cada vez hay mas gente que las organiza y si hay oferta, es porque hay demanda.
No hace falta irse a una prueba extrema como el GOBI MARCH para “vivir” la experiencia del desierto, hay simples maratones o incluso medias maratones que siendo en total seguridad nos permiten tener un atisbo de lo que puede ser un veneno peligroso, conocer el desierto por dentro, porque puede que nos guste en cuyo caso estamos perdidos.

Como es todas las cosas de la vida, creo que lo mejor es tomárselo con calma, correr en el desierto, es muy distinto de una carrera en ruta de manera que solo digo una cosa: “inch Allah”, que traduciendo libremente (muy libremente) viene a ser: -que Dios nos pille confesados!!

Por: Carlos Ultrarun

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